Tú no puedes volver atrás, porque la vida ya te empuja como un aullido interminable.
Hija mía, es mejor vivir con la alegría de los hombres que llorar ante el muro ciego.

("Palabras para Julia". J.A. Goytisolo)

domingo, 10 de agosto de 2008

Padres en exceso.

Divago al volante del coche. En la radio suenan las mismas canciones ya una y mil veces escuchadas de los "cuarenta principales" (los principales son siempre los mismos...) y ellas ya se han quedado medio dormidas, como casi siempre. Da igual que sea en la ida, a primera hora de la mañana, o a la vuelta, a las 6 de la tarde. Acaban dormidas al poco de iniciar el viaje. Al principio pensaba que tal vez fuera por la medicación, pero he llegado a la conclusión de que es la propia enfermedad la que les produce ese cansancio que las derrota. Sus caras lo dicen: un agotamiento que ningún sueño acaba de remediar. No necesitan palabras. Agradecen el silencio, adornado con ese relleno de canciones que pretenden alegrar tantas horas de idas y venidas. La radio acompaña, pero yo divago, recuerdo, imagino, deseo... A veces me da por pensar no en ellas, sino en nosostros, los padres. ¿Qué hemos hecho para que estén pasando por esto? No digo qué hemos hecho mal o bien. No quiero entrar en valoraciones. Sólo digo qué hemos hecho. O qué deberíamos no haber hecho. ¿Qué tenemos en común todos los padres de estas hijas - estos hijos - ? Pienso que de la misma manera que hay un perfil de estos pacientes, se podría dar también un perfil de padres. O de familias. ¿Tal vez hayamos sido demasiado protectores?... Padres en exceso.

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