Tú no puedes volver atrás, porque la vida ya te empuja como un aullido interminable.
Hija mía, es mejor vivir con la alegría de los hombres que llorar ante el muro ciego.

("Palabras para Julia". J.A. Goytisolo)

domingo, 12 de octubre de 2008

Anorexia masculina

Leo en el suplemento dominical XLSemanal - de donde procede la foto adjunta con el enlace al artículo - que la anorexia está creciendo entre los varones estadounidenses. Si hasta ahora la estadística hablaba de un 10%, los últimos datos suben al 25 (40% en el caso de la bulimia). El dato viene acompañado por el testimonio de este joven de Minneapolis, Jeremy Gillitzer, al que no le estaremos sufientemente agradecidos por tener el valor de contar su caso y poner a la fría estadística, con su propia imagen, el patetismo que siempre tiene esta enfermedad.


El caso de Jeremy es muy ilustrativo de lo que hay "por debajo" de un TCA. Confiesa que empezó la lucha contra su cuerpo a los doce años porque sus compañeros de colegio se burlaban de su ligero sobrepeso. Pasó por distintos hospitales infantiles, donde la única terapia que recibió fue la conductual pura y dura ("palo y zanahoria") y lo único que consiguieron fue obligarle a recuperar peso. Sólo al cumplir los diecinueve, cuando se fue a vivir con sus abuelos, empezó a remontar. Todo le fue bien: estudios, profesión... y hasta el amor le sonrió. Pasados los veinticinco, el fracaso en la relación con su pareja lo devuelve al estado en el que hoy se encuentra.
Yo soy sólo un padre, como tantos otros que luchan desde hace tiempo por recuperar la alegría de vivir de un ser querido, y no tengo preparación específica, pero veo en el caso de Jeremy unas constantes que parecen repetirse con frecuencia en este terrible proceso de bajada a los infiernos que es la anorexia/bulimia:
1.- La necesidad de afecto (amor) no satisfecha. Todos los enfermos de TCA son personas extremadamente sensibles a los que les pierde el complejo mundo de las emociones. Las relaciones con los demás son siempre tormentosas y siempre minan su autoestima porque nunca encuentran suficientemente compensado el afecto y el amor que reciben con el que desearían (o estiman merecer).
2.- La pubertad y adolescencia es la etapa en la que se dan las primeras manifestaciones (en casos extremos se da antes).
3.- Dentro de la telaraña de las emociones y de la búsqueda de la identidad y autoimagen, las relaciones con los padres suelen ser especialmente complicadas. En el núcleo familiar, naturalmente, se gestan muchos conflictos, unos buenos, otros no tan buenos y todos contribuyen a solucionar o a complicar los procesoa de "búsqueda". En el caso de Jeremy, el alejamiento parece que benefició su "maduración", posiblemente mucho más complicada por su naturaleza homosexual.
4.- Las terapias conductistas (hoy muchas veces enmascaradas con el compuesto "cognitivo") no suelen ser las más eficaces. Además de ser largas y extremadamente duras ("palo" más que "zanahoria"), los pacientes se hacen dependientes de sus terapeutas (más que nada de la zanahoria de los terapeutas) y regresan cíclicamente a su cobijo (a su mano). Esta opinión no sólo es deducible del caso de Jeremy; desgraciadamente está contrastada por mi propia experiencia.

Esto es lo que hay por debajo de los trastornos alimentarios. El cuerpo es sólo (¡y es una tragedia!) el grito de un ser desesperado que no encuentra otra forma de expresar sus emociones, de encontrar su sitio entre los demás. Su manera de comunicar es la autodestrucción. Por eso, entre todos, sociedad (instituciones públicas y privadas, asociaciones, opinión pública y concientización), familia, amigos, tenemos que ayudarles. Es nuestra obligación ética, nuestra deuda... o nuestra necesidad.

lunes, 22 de septiembre de 2008

Palabras para Julia

Por fin hoy cedo a la tentación que me venía rondando desde hace tanto tiempo de reproducir íntegramente el poema de José Agustín Goytisolo. Algunos de estos versos presiden la cabecera de este blog y la primera canción que se puede escuchar en el i-pod es la versión desgarrada de Los Suaves. También podéis ver y escuchar la versión clásica de Paco Ibáñez (de no muy buena calidad, pero es lo que hay...)



Tú no puedes volver atrás porque la vida ya te empuja como un aullido interminable.
Hija mía es mejor vivir con la alegría de los hombres que llorar ante el muro ciego.
Te sentirás acorralada te sentirás perdida o sola tal vez querrás no haber nacido.
Yo sé muy bien que te dirán que la vida no tiene objeto que es un asunto desgraciado.
Entonces siempre acuérdate de lo que un día yo escribí pensando en ti como ahora pienso.
La vida es bella, ya verás como a pesar de los pesares tendrás amigos, tendrás amor.
Un hombre solo, una mujer así tomados, de uno en uno son como polvo, no son nada.
Pero yo cuando te hablo a ti cuando te escribo estas palabras pienso también en otra gente.
Tu destino está en los demás tu futuro es tu propia vida tu dignidad es la de todos.
Otros esperan que resistas que les ayude tu alegría tu canción entre sus canciones.
Entonces siempre acuérdate de lo que un día yo escribí pensando en ti como ahora pienso.
Nunca te entregues ni te apartes junto al camino, nunca digas no puedo más y aquí me quedo.
La vida es bella, tú verás como a pesar de los pesares tendrás amor, tendrás amigos.
Por lo demás no hay elección y este mundo tal como es será todo tu patrimonio.
Perdóname no sé decirte nada más pero tú comprende que yo aún estoy en el camino.
Y siempre siempre acuérdate de lo que un día yo escribí pensando en ti como ahora pienso.

José Agustín Goytisolo

jueves, 11 de septiembre de 2008

Dolor, esperanza... elogio

No cabe duda de que los trastornos alimentarios son sólo un síntoma ("la fiebre", me decía mi amigo Jorge), lo más visible, lo externo, sólo la superficie de un pozo insondable... Esa percepción de abismo amenazador creo que es la que tenemos todos los que estamos cerca de nuestros enfermos, los que vemos el pozo desde fuera; ¡cuánto más abismal será para los que están dentro! Los que estamos fuera, al pie del brocal, (como quien dice "a pie de cañón"), no podemos hacer hacer otra cosa que hablar para hacernos presentes, decir palabras de consuelo y de espranza, tender palabras como brazos para que sirvan de salvavidas, aunque desde dentro sólo nos llegue el llanto como única respuesta, el grito de la sinrazón, la angustia del que busca y no encuentra la salida... PERO SABEMOS A CIENCIA CIERTA QUE HAY SALIDA. Tenemos a nuestro lado el trabajo riguroso de profesionales dedicados en cuerpo y alma, gente de ciencia, y también (y es imprescindible) con una fuerza interior fuera de lo normal, una "humanidad" curtida en las luchas más difíciles: las de la mente. Y tenemos también los testimonios, muchos, de los que lograron salir. Sus voces no deberían apagarse nunca, porque son las voces de la esperanza, la luz que guía a los perdidos en su camino de regreso a la "normalidad" (iba a decir a la vida...)

martes, 9 de septiembre de 2008

La construcción del síntoma anoréxico.

Leo el libro "Anorexia y bulimia. Una experiencia clínica", un libro interdisplinar escrito por expertos en la materia. La edición está a cargo de Frco. J. Tinahones Madueño y los 19 artículos de los que consta el libro se han agrupado en cuatro apartados bajo los epígrafes "Lo psíquico", "Lo clínico" y "Lo terapéutico", más la introducción, a cargo del propio Tinahones y Juan Aguilar Hurtado. No es un libro divulgativo, y algunos artículos se hacen difíciles para un no especialista, pero en general su lectura es muy interesante y enriquecedera. Particularmente, me ha sorprendido el escrito firmado por Rafael Matas, "Anorexia: el lenguaje del desafío", donde el autor propone una explicación de cómo se construye el llamado "síntoma anoréxico". La sorpresa viene por la coincidencia de este autor - especialista TCA - con otros estudiosos de temas aparentemente poco relacionados con estos, como mitos o cuentos populares...
Sitúa el origen de la anorexia en la adolescencia, un momento del desarrollo en el que las jóvenes se ven confrontadas con nuevas experiencias y sienten que no están preparadas para enfrentarlas con éxito. Crecer, emanciparse, al menos en el terreno emocional, se les hace difícil. Dudan de sus capacidades para encarar los conflictos relacionados con las diversas etapas del proceso de autonomía de la familia y de entrada al mundo adulto, un mundo de riesgo e incertidumbre. Pero, también, el mundo de esa libertad a la que tanto aspiran. Y se preguntan cómo seguir el propio camino, construir una vida propia, sin 'traicionar' o ser 'desleal' a los que se lo han dado todo... Atrapadas en esta dualidad - que viven como excluyente - de responder al deseo de la familia (unidad) o al suyo propio (autonomía personal), muchas chicas no encuentran otra salida que replegarse en un mundo interior (mudas hacia fuera), practicando esa huida hacia dentro que es la anorexia-bulimia. Y encuentran la respuesta en la negación a comer: bloquear el crecimiento, negarse a crecer, dominar su cuerpo y convertirse así en un poderoso revulsivo de su contexto.
El autor concluye que sería un error considerar la obsesión por adelgazar sólo un intento de adecuación a los modelos estéticos imperantes, o un trastorno autoperceptivo.... Invita a mirar más al fondo para encontrar la verdadera razón. La anorexia-bulimia es la respuesta de un ser en formación, invadido de sufrimiento y soledad - dice - que grita ser reconocido, valorado, amado.

Ficha bibliográfica:
Título: “Anorexia y bulimia. Una experiencia clínica”
Autor: Fco. J. Tinahones Madueño y otros.
Edit: Ediciones Díaz de Santos.
Lugar:Madrid.
Año: 2003

domingo, 7 de septiembre de 2008

El número 1

(Tomado de la publicidad de una conocida marca de automóviles)

jueves, 14 de agosto de 2008

La manzana de Blancanieves. Comer, crecer, madurar...

En el principio fue una prohibición. La prohibición de comer y no otra. "De este árbol no comerás" (Gén. 2:17) Nos dijeron que el árbol era "de la ciencia del bien y del mal", que es como decir Conocimiento Supremo. El que comiera de él, moriría, según unas voces; según otras, sería como dios (Gén. 3:4-5). El árbol lo guardaba una serpiente, y Eva, la primera mujer, fue también la primera en comer... En otro sitio nos aclararon que se trataba de manzanas, que eran de oro, que el jardín era el de las Hespérides - en el límite Oeste del mundo, por donde muere el Sol - y que las guardaba Ladón, un dragón de cien cabezas. El que comiera de ellas, sería inmortal. Hércules, en su penúltimo trabajo, consiguió robarlas (con la ayuda de Atlante, dicen algunos) y, aunque no comió de ellas, sí consiguió bajar a los infiernos y regresar para que su memoria perdurara entre nosotros.
En uno y otro caso, comer o poseer la manzana dorada es el acto maravilloso que beneficia a los hombres, porque les da Conocimiento o Inmortalidad. Por tanto, la prohibición de comer de esa fruta custodiada por monstruos parece ser el intento de los dioses (?) de negar esos dones a los hombres. Los que comieron, marcaron el camino a seguir para madurar en la verdadera naturaleza humana (Eva), se desligaron de su filiación, rompieron el vínculo paterno para buscar su propio camino y autonomía, seguros de haber dejado atrás un Paraíso (¿el de la Inocencia?) y haber descubierto, no sin dolor, el mayor de los conocimientos: que el Bien y el Mal son las dos caras de un mismo rostro, el padre dueño del jardín es el mismo monstruo que lo vigila. No comer hubiera significado no crecer, no conocer. Sólo después de robar las manzanas de oro, Hércules estuvo capacitado para su último viaje, el tránsito de bajar al reino de los muertos, dominar a Cerbero y regresar al mundo de los vivos, renacer, para dar testimonio de su nuevo ser, purificado, inmortal.
La manzana omnipresente en estos relatos mitológico-didácticos, que en ellos es símbolo expreso de Sabiduría, Inmortalidad o Renacimiento, es la misma que también estuvo destinada "para la más bella" de las tres diosas (Hera, Atenea y Afrodita) y que fue arrojada por la mano insidiosa de la Discordia a los pies de Paris. Este cuento, que explica el origen poético (nada verídico...) de la guerra de Troya, otorga a la manzana un nuevo significado: atributo de la Belleza femenina entregada al hombre en la ceremonia de la boda (otra forma de tránsito, de conocimiento vital, de crecimiento, de maduración...).
Con todos esos valores, conservados milagrosamente a lo largo de los siglos, intacta en su simbología, la manzana dorada, la misma manzana envenenada del Paraíso, es ofrecida en época reciente al hambre de Blancanieves. Del jardín de las Espérides, a la cabaña de los enanitos en lo recóndito de un bosque centroeuropeo, gracias a la industriosa dedicación de los hermanos Grimm que la salvaron para la posteridad. La niña más bella del mundo, arrojada del hogar paterno por los celos de su madrastra, es la protagonista de una versión popular y tradicional de uno de los relatos más antiguos de la Humanidad. En el cuento de Blancanieves están presentes todos los tópicos mencionados: la belleza femenina (nieve, sangre, ébano), la ruptura del vínculo paterno (expulsión del hogar), el hambre saciada en la cabaña (símbolo de aprendizaje), el conocimiento del Mal (manzana envenenada), la bajada a los infiernos (muerte, que es tránsito), y finalmente renacimiento/maduración de un nuevo ser por efecto del conocimiento del Bien (el beso de amor - bella durmiente del bosque - ). Sólo después de este recorrido Blancanieves triunfará sobre su madrastra porque dejará de ser la niña más bella para convertirse en mujer (en la cultura tradicional 'preparada para el matrimonio=maternidad'), dispuesta a reinar con luz solar, porque su belleza y su blancura provienen no sólo de su apariencia, sino de su madurez.

En el principio fue una prohibición (divina, supuestamente). La prohibición de comer, que hay que transgredir a toda costa para crecer.

domingo, 10 de agosto de 2008

Padres en exceso.

Divago al volante del coche. En la radio suenan las mismas canciones ya una y mil veces escuchadas de los "cuarenta principales" (los principales son siempre los mismos...) y ellas ya se han quedado medio dormidas, como casi siempre. Da igual que sea en la ida, a primera hora de la mañana, o a la vuelta, a las 6 de la tarde. Acaban dormidas al poco de iniciar el viaje. Al principio pensaba que tal vez fuera por la medicación, pero he llegado a la conclusión de que es la propia enfermedad la que les produce ese cansancio que las derrota. Sus caras lo dicen: un agotamiento que ningún sueño acaba de remediar. No necesitan palabras. Agradecen el silencio, adornado con ese relleno de canciones que pretenden alegrar tantas horas de idas y venidas. La radio acompaña, pero yo divago, recuerdo, imagino, deseo... A veces me da por pensar no en ellas, sino en nosostros, los padres. ¿Qué hemos hecho para que estén pasando por esto? No digo qué hemos hecho mal o bien. No quiero entrar en valoraciones. Sólo digo qué hemos hecho. O qué deberíamos no haber hecho. ¿Qué tenemos en común todos los padres de estas hijas - estos hijos - ? Pienso que de la misma manera que hay un perfil de estos pacientes, se podría dar también un perfil de padres. O de familias. ¿Tal vez hayamos sido demasiado protectores?... Padres en exceso.

lunes, 4 de agosto de 2008

Mariposas... Ponen un poco de alegría en nuestras vidas




domingo, 3 de agosto de 2008

Los nuevos Narcisos

Hay espejos mucho más crueles y mentirosos que los de la madrastra de Blancanieves. Son espejos en los que nos miramos a todas las horas del día, los trescientos sesenta cinco días del año, a veces sin querer, otras veces conscientes de lo que hacemos. Lo peculiar de estos espejos es que no nos devuelven nuestra imagen exacta de carne y hueso, sino una más compleja, formada por remiendos que llevan etiquetas como "me odio esta parte", "esta me gustaría", que forman la imagen caleidoscópica de nuestras identidades. Estos espejos los tenemos por todas partes, mutados de apariencia como los malignos objetos mágicos que son, sustentados por las manos invisibles de brujas con nombres modernos, incitándonos a mirarnos en su magia negra. Son esas vallas plantadas en los solares y edificios de nuestras ciudades o diseminados por el paisaje a lo largo de las principales vías de comunicación; o esas pantallas gigantes en las que nos proyectamos como héroes y heroínas; o esas otras pequeñas de plasma (ya LCD...), en los salones de nuestras casas, en las que contrastamos la realidad con los deseos. Atrapados en ellos, esclavos sin voluntad, víctimas de su encantamiento, nos dejamos arrastrar por el amor o el odio a nosotros mismos en un sueño de pesadilla que, al final, nos conducirá irremediablemente a la perdición, como a nuevos Narcisos, alimentando el reflejo ilusorio, especular, de nuestro yo mientras dejamos consumir la materia de la que Dios quiso que estuviéramos hechos.

viernes, 18 de julio de 2008

Espejito, espejito mágico...

Hubo un tiempo en que los espejos eran nuestros amigos. Cada cual se miraba en ellos y ellos, amigos fieles, devolvían la realidad tal cual. En aquel tiempo, el más feliz de todos, el tiempo del asombro y de la infancia, los espejos eran mucho más que espejos: eran también compañeros de juegos que sonreían con la misma risa que recibían, divertidos con las carantoñas ensayadas una y otra vez en ellos, con los dibujos y las palabras trazados a toda prisa en el diminuto círculo de una bocanada de aliento; o jugando al escondite, a la magia de desaparecer en el espeso vaho del agua caliente del baño. El tiempo reflejado en ellos, tiempo de juegos, se estiraba, se hacía largo y, así, la vida pasaba más alegre.

Pero después, con los años, los espejos se fueron haciendo crueles. Obstinados en hacernos creer que no mentían nunca, devolvían ojos que costaba reconocer. Quien dice ojos, dice orejas o narices o corazones. Así que se fue levantando un muro invisible de rencor entre "ellos" y "nosotros", un rencor ni más ni menos que como el de la madrastra de Blancanieves, transformada en bruja malvada después de preguntarle a su espejito... Entonces comprendimos (fue un golpe de lucidez) lo peligrosa que era la magia de los espejos, lo hiriente; que todas las imágenes devueltas por los espejos tenían el poder destructor de la Medusa Gorgona, que convertía en estatua de piedra a todo el que la miraba a los ojos.

Por eso hoy nos ponemos detrás de los espejos. Y brevemente avisamos del peligro a todos los que pasan. (Lo siento, andrómedas Perseo, murió hace mucho tiempo)